Décima cuarta estación: Jesús es sepultado

“Ustedes, los que pasan por el camino, consideren y piensen si hay dolor comprable al mío” nos dice María. “Pasen hijos, pasen, mientras yo me quedo sola”. Sola no Madre, contigo está nuestro corazón, para consolarte, para acompañarte, para decirte que sentimos tu dolor como nuestro, para decirte que te amamos y que amamos tanto a tu hijo Jesús y que estamos arrepentidos de nuestros fallos. No nos sentimos dignos de consolarte, porque somos la causa de tu dolor, pero te pedimos perdón, Madre. “Vuelve a nosotros esos tu ojos misericordiosos”. No desoigas nuestras súplicas y danos el consuelo de llorar en tu regazo nuestras culpas. Madre del Amor hermoso; Santa María, ¡Ten piedad de tus hijos!
(Pausa para meditar)
En nuestro peregrinar cristiano, en nuestros ambientes nos encontramos con tantas personas que no te conocen, que son indiferentes a tu maternidad divina, a tu ejemplo de mujer Santa y Fuerte; por todas esas personas que no te aman, que no conocen tu grandeza, le pedimos hoy al Señor, para que ilumine sus mentes y abra sus corazones a tu amor. Yo te ofrezco Virgen María, tratando de imitarte en tu fe y humildad, hablar de ti a los indiferentes y a los que te desprecian…
(Pausa para meditar en silencio)
PADRE NUESTRO… AVE MARÍA… GLORIA…
PERDÓN, oh Dios Mío! (cantado)
Todos: Adorámoste Cristo y te bendecimos, que por tu santa cruz redimiste al mundo y a mí pecador. Amén